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Si estás metido hasta el cuello en el mundo del audio, el video en vivo, o eres un valiente VJ que hace magia visual, seguro has sudado la gota gorda (y el bolsillo) buscando ESE controlador MIDI. Sí, ese aparato mágico que no suena por sí mismo pero que le dice a tu software qué diablos hacer, cuándo y cómo. ¡Una extensión de tus manos y tu cerebro!
Lo curioso de los controladores MIDI es su evolución y adaptación. Nacieron pensando en los músicos, ¡pero el mundo del video los adoptó como patito feo que se vuelve cisne! ¿Quién no ha visto un Akai APC40 (aunque el enlace sea al MKII, el espíritu del original vive) en manos de un VJ y ha pensado que parece más una consola para pilotar el Halcón Milenario que para lanzar clips? Y es que, seamos sinceros, a veces se siente más natural para los visuales que para algunos DJs.
¡Ah, la pregunta del millón! Y la respuesta es… depende. (Lo sé, qué original).
¿Necesitas un batallón de perillas para tus efectos, botones para lanzar cues como si no hubiera un mañana y faders para mezclar con la precisión de un cirujano? Quizás el mencionado APC40 o algo similar sea tu alma gemela.
Pero, ¿qué pasa si tu mochila ya pesa más que tus pecados y necesitas algo que quepa casi en el bolsillo? Ahí es donde héroes compactos como el Korg nanoKONTROL2 o su hermano con más funciones, el Korg nanoKONTROL Studio, entran en escena. Ideales para shows donde el espacio es oro.
Ahora, seamos brutalmente honestos: un Nano Korg es una maravilla de la portabilidad, pero si tu evento requiere cambios a la velocidad de la luz o tienes más cues que pelos en la cabeza, podrías terminar con los dedos hechos un nudo y deseando tener más botones. Para la artillería de botones, muchos están descubriendo que un Elgato Stream Deck (o su versión para estudios pro, el Stream Deck Studio) es un compañero letal.
Y hablando de cuidado y batalla… una vez que encuentras tu controlador ideal, ¡protégelo como si fuera el último aguacate del planeta! Aquí es donde un Decksaver se vuelve no solo esencial, sino casi una obligación. Es esa armadura transparente que salva a tus faders y perillas de derrames catastróficos, polvo acumulado y los inevitables golpes del ajetreo en giras o en el estudio. ¡Créeme, tu yo del futuro te lo agradecerá!
Yo apostaría a que no. ¿O sí?
El universo MIDI es vasto y maravilloso. Tienes desde los pequeñines de plástico listos para la batalla (y para perderse en la mochila), como el Korg nanoPAD2 para tus beats, hasta interfaces modulares, con faders motorizados que bailan solos, y con “páginas” que multiplican tus controles como panes y peces. ¡Benditas páginas cuando el show se pone más complejo que la trama de “Dark”!
Y si eres de los que les gusta “meter mano”, con un Arduino y algo de paciencia, ¡puedes fabricar tu propio monstruo a medida! Hay controladores, como el versátil Studiologic Mixface, que ofrecen un balance genial entre portabilidad y control, o leyendas como el Novation ReMOTE SL (Zero SL) (link de archivo, ¡porque es un clásico!) que en su momento fueron el sueño de muchos por su cantidad de controles. Algunos incluso tienen pads o teclas que detectan la presión o el tacto de formas alucinantes (aunque configurar eso a veces es un viaje chamánico que requiere una curva de aprendizaje, digamos, “interesante”).
Y cómo olvidar la nostalgia. ¿Alguien más suspira por los Livid Instruments (Legacy)? Esos tanques de metal. Yo aún babeo por el Alias 8, una joya que ahora es pieza de coleccionista. Todavía conservo con cariño mi Livid CNTRL:R, esa colaboración con Richie Hawtin, aunque lo use en contadas ocasiones… es más un recuerdo de batallas pasadas y un tributo a la robustez. ¡Esos sí que estaban hechos para durar!
Hoy en día, con eventos cada vez más complejos y demandantes, una configuración que está ganando adeptos es la de combinar lo mejor de dos mundos:
Al final del día, el “mejor” controlador MIDI es como tu par de zapatillas favoritas: tiene que ser cómodo para TI, ajustarse a TU flujo de trabajo, caber en TU presupuesto y, sí, ¡caber en tu Pelican 1510 si es necesario!
No hay una respuesta única, y eso es lo emocionante. La clave está en investigar, curiosear, ver qué usan otros profesionales, y no tener miedo de experimentar. Este es solo un pequeño vistazo a un universo gigantesco de perillas, faders y botones que esperan ser descubiertos.
Así que, ¡sal a explorar! La aventura de encontrar tu setup MIDI perfecto es parte del viaje creativo.
Y tú, ¿cuál es tu controlador MIDI de cabecera o ese que te quita el sueño? ¡Comparte tu sabiduría (o tus dudas) en los comentarios! Queremos saber qué mueve tus píxeles y tus ondas sonoras.
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